domingo, 7 de octubre de 2012

Historia de una vida


María ya no tenía aquella fortaleza que la había caracterizado en épocas anteriores. Se apoyó sobre su bastón y observó con tristeza cómo cargaban sus enseres en el camión de la mudanza. La mitad de sus recuerdos se quedaban en aquella casa, la otra mitad viajaría con aquellos muebles, allá donde fueran.
La mecedora donde hacía ganchillo prácticamente todos los días ya estaba en el camión, aquello se terminaba.
Le dolió amargamente ver cómo a uno de los chicos se le caía la silla donde se sentaba a comer cada día. Fue como si una mano le estrujara el corazón, se echó la mano al pecho para poder mitigar ese dolor. Pero más le dolió, quizás, ver a los muchachos transportando su cama, la que había compartido durante tantos años con su difunto marido. En esa donde había concebido a sus dos hijos. Dos hijos por los que había luchado férreamente y ahora le daban la espalda.

Se volvió dejando atrás su vida. Qué feliz había sido allí. Ahora comenzaba otra etapa en la Residencia de Ancianos.  

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