-No necesita demasiado. Me adora, soy todo para ella -dejó un cuenco con agua sucia en el suelo y la perrita lo miró con admiración mientras movía enérgicamente la cola.
-Hoy come y bebe tus migajas porque para ella eres todo su mundo, pero un día llegará alguien que le dé todo lo que merece y le dolerá irse y dejarte, pero lo hará.
-Bah -contestó el otro de mala gana, sin creer que eso fuera a suceder nunca.
Pero aquellas palabras se cumplieron y el hombre supo por primera vez el dolor que suponía aquella soledad infinita a la que la había sometido durante años.
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